jueves, 24 de febrero de 2011

Xoni, ¿el cliente?


Jaume Martínez Bonafé



La clase comenzó con la rutinaria puntualidad de cada día. Y casi con la misma rutinaria puntualidad, pero cinco minutos más tarde, Xoni abrió con parsimonia la puerta del aula. Con lo primero que tropezaron las veinticuatro miradas que permanecían dentro de la sala fue con un fluorescente pantalón deportivo con botones, que en uno de los camales lucía desabrochados hasta más arriba de la rodilla. En una mañana que había comenzado algo fría y húmeda Xoni vestía una ajustada camiseta de tirantes de color negro. Sus enormes botas deportivas, que también en algún origen remoto fueron negras, arrastraban unos largos y casi interminables cordones que, naturalmente desatados, iban lamiendo el piso. Del ojal de una de las botas pendía un candado. La mochila, que también en un tiempo lejano quizá fuera negra golpeó contra el suelo. Xoni dejó caer sobre el pupitre sus recién estrenados once años de vida con la misma cara de aburrimiento de quién deja caer una vieja y manoseada revista del corazón en la consulta del médico. Y se escuchó gemir a un pedazo de railite.

La maestra de Xoni se enrolla. De vez en cuando lo abraza por los hombros y le habla con ternura. Lo quiere y por eso alguna vez también le planta el dedo amenazador sobre el pecho y le dice: “escucha Xoni, a mi los chulos no me gustan, ni dentro ni fuera de la escuela”. La maestra de Xoni se curra todo eso de la diversidad, pero cada día está mas harta de que la vida de la escuela esté tan alejada de la vida de estas personitas. Y creo que también está harta de que la vida social fuera de la escuela esté también tan alejada de los sentimientos, las pasiones, los intereses y los derechos de los niños como Xoni.

Xoni tiene abiertas las puertas de una escuela. No es todavía su escuela. No es todavía tan pública, pero es una escuela con las puertas abiertas. Dentro hay culturas académicas que no están por este chaval. Hay culturas docentes que no aceptan a la gente como él. Es natural. Toda la vida dando Francés, y creyendo que es natural dar Francés, y viene este ahora a jugar a indios. No estamos para eso, dicen. Pero también en la escuela hay otras culturas que muestran otra sensibilidad y otro compromiso: la pedagogía no puede dejar nunca de ser solidaria, si quiere ser pedagogía. La escuela pública y popular es todavía un proyecto que vamos haciendo poco a poco, pero es el único proyecto en el que Xoni algún día puede encontrar su voz e iniciar un diálogo que le reconozca en su identidad, sus necesidades y sus intereses. La escuela pública es la única posibilidad educativa de las personas, los sectores sociales y las culturas más desfavorecidas por el capitalismo. La escuela pública es, en ese sentido, una clara opción política.

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