
Me he regalado el Libro de los Pasajes, de Walter Benjamin, en la muy cuidada edición de Akal. ¿Os imagináis que nos encontráramos ahora mismo una inmensa catedral -por ejemplo, Notre Dame- todavía en su estructura básica y fundamental, con los andamios instalados, las máquinas, los cinceles, las cuerdas y poleas, los planos del arquitecto, otros planos y documentos de consulta, apuntes, conversaciones entre los diferentes artesanos que intervienen en la construcción, esquemas, correspondencia, dibujos y maquetas, textos que iluminan el sentido de la obra, oraciones, coplas callejeras, montones de tierra y cal antes de convertirse en argamasa, herramientas, ... qué se yo cuántas más cosas y artefactos; y todo eso detenido, tal cual estaba en un día cualquiera del siglo XIII en el que se procedía a su construcción? Pues esa sensación pasmosa, apabullante, casi alucinógena, tengo yo con el encuentro y lectura de esta obra. Un libro inacabado que en la edición que comento tiene 1102 páginas. Y para quienes andamos con los asuntos de de la problematización e investigación de la experiencia de la ciudad como proyecto educativo, los talleres de la deriva, el flâneur, etc, es, ciertamente, una herramienta indispensable.
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