viernes, 3 de febrero de 2017

Apunte biográfico (VIII)

El vuelo de una mosca


Siendo un niño, en medio del aula, rodeado de pupitres ocupados por otros niños,  me quedaba alelado mirando el vuelo de una mosca hasta que ésta escapaba por la ventana. Al menos  de eso me acusaba mi maestro entre reprimendas por mi despiste y falta de interés hacia la pizarra.  Siempre me acompañó la memoria de aquellas broncas y el modo insultante del maestro. Por eso celebré con sorpresa y alegría, muchos años después, la lectura de "Los testigos" un cuento de Cortázar en el que se entretiene con el vuelo de un mosca que vuela patas arriba, y el relato es toda un obsesión por poder compartir con un amigo este hallazgo antes de que la mosca se escape o muera. Y la dedicatoria de mi tesis doctoral, que se ocupaba de las pedagogías que conectaban la escuela al entorno, fue precisamente para el autor de Rayuela, que venía a ayudarme a ajustar las cuentas con aquel maestro autoritario que no supo entender el deseo infantil de escapar del aburrimiento y la rutina escolar, saltando por la ventana  a lomos de las moscas. 

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