El vuelo de una mosca
Siendo un niño, en medio del aula, rodeado de pupitres ocupados
por otros niños, me quedaba alelado
mirando el vuelo de una mosca hasta que ésta escapaba por la ventana. Al
menos de eso me acusaba mi maestro entre
reprimendas por mi despiste y falta de interés hacia la pizarra. Siempre me acompañó la memoria de aquellas
broncas y el modo insultante del maestro. Por eso celebré con sorpresa y alegría,
muchos años después, la lectura de "Los testigos" un cuento de
Cortázar en el que se entretiene con el vuelo de un mosca que vuela patas arriba,
y el relato es toda un obsesión por poder compartir con un amigo este hallazgo antes
de que la mosca se escape o muera. Y la dedicatoria de mi tesis doctoral, que
se ocupaba de las pedagogías que conectaban la escuela al entorno, fue
precisamente para el autor de Rayuela,
que venía a ayudarme a ajustar las cuentas con aquel maestro autoritario que no
supo entender el deseo infantil de escapar del aburrimiento y la rutina
escolar, saltando por la ventana a lomos
de las moscas.
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