viernes, 29 de julio de 2011

Identidad

De niño lo único que quería era ser futbolista, como Kubala, o torero, como Manolete, y casarme con una azafata de aviación, obviamente rubia. Pero empecé a ir a la escuela y allí me hicieron un héroe falangista, como José Antonio y mi maestro, y además nacional-católico, como Pio XII; bueno, como Pio XII y todos los españoles de bien que eran todos aquellos que no habían sido fusilados, deportados, exilados, encarcelados, y todos aquellos enmudecidos por el miedo, hijos todos de una República a la que no tuve el gusto de conocer. Cuando empezaron a salirme granitos en la cara llegaron a los futbolines del barrio los Beatles, pero otro amigo y yo nos hicimos fans de los Rolling Stones, que eran más cañeros y, al fin y al cabo, nostros eramos hijos de la clase obrera, por cierto, como los Beatles. Cuando ya era imposible que me pudiera enamorar de nadie como Marisol, me quedé colgado de una comunista, lo que acrecentó mi simpatía e interés por el anarquismo. Cuando descubrí que los pantalones tejanos eran un discutible invento del capitalismo -fríos en invierno y calurosos en verano- era ya demasiado tarde y siempre que me pongo otro tipo distinto de pantalones, me pasa como en el cuento de Andersen, que ando como tonto desnudo.
En fin, no les voy a contar mi vida, que esto era sólo un pretexto para invitarnos a pensar la identidad socialmente construída. Identidad siempre relacional, marcada por la diferencia y, en ocasiones, por la exclusión. Como ven, mi identidad, y seguramente la de ustedes, siempre estuvo marcada por los símbolos. Todavía recuerdo, en los inicios de mi militancia política, el valor simbólico de fumar Celtas, un tabaco que te destrozaba la garganta pero te acercaba a la redentora clase obrera. Bueno, déjenme los últimos renglones para decirles que hoy abomino de cualquier tipo de identidad basada en reinvindicaciones esencialistas, distinguida por una verdad histórica, biológica, religiosa !qué se yo! Pero no dejo de estudiar todo aquello que nos diferencia tanto como lo que nos es común, y analizar con los estudiantes en el aula, cómo todo eso ha sido social y culturalmente producido y está cruzado por complejas relaciones de poder.
Publicado en Cuadernos de Pedagogía, septiembre 2011.

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